Como cada año, en marzo las miradas del mundo se vuelcan hacia la mujer. Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer diversos prismas analizan la situación de género, llegando siempre a la lamentable conclusión de que aún la brecha entre ambos sexos en igualdad de condiciones sigue siendo grande, abismante en muchos temas.
Este año desde la CUT hacemos este análisis enmarcadas en el histórico debate de una reforma laboral que- además de iniciar el camino para derrotar el Plan Laboral impuesto bajo dictadura que terminó con la concepción del trabajo como un derecho- instala dentro de sus propuestas la obligatoriedad de la presencia de que una mujer en cada negociación colectiva, sea o no dirigenta.
En los últimos años las mujeres hemos tenido un alto incremento en el ingreso al mundo del trabajo, lo que también se ha manifestado en un alza de nuestros niveles de sindicalización, pero lamentablemente esto aún no se manifiesta de manera rotunda en la presencia femenina en los espacios de conducción, con solo un 22% de mujeres en los liderazgos sindicales.
Pero, ¿por qué es necesario que se abran espacios para más líderes sindicales femeninas? Según el estudio “Trabajo decente e igualdad de género” realizado por la Cepal, FAO, ONU Mujeres, PNUD y OIT el año 2013, que analizó la realidad de género en América Latina y el Caribe, la presencia de mujeres en la Negociación Colectiva le da otro carácter a esta, ya que se consideran temas cualitativos del trabajo, además de lo cuantitativo (salario y bonos). Es decir, con la inclusión de las mujeres en la negociación no sólo ganan ellas, sino que lo hacen todos los trabajadores.
En el caso chileno, estos temas tienen que ver con la incorporación de la mujer en el mundo del trabajo en igualdad de condiciones, es decir, no solo acceder a trabajo, sino que hacerlo a empleo decente, con contrato, previsión y derechos de organización; tiene que ver con hacerse cargo de la igualdad salarial y de enfrentar de manera real la equidad en materia de paternidad y maternidad, avanzando en corresponsabilidad de la crianza, que considere por ejemplo el derecho a sala cuna para la madre y el padre.
El tema de la inequidad salarial entre hombres y mujeres es una de las más violentas realidades del mundo del trabajo, pues pese a que las mujeres trabajadoras tienen mayores niveles educativos que los hombres la brecha salarial persiste. En América Latina el 53.7% de mujeres económicamente activas alcanza 10 o más años de educación formal, en contraste con el 40.4% de los hombres, pero aún así las mujeres ganan en promedio 32% menos que los hombres.
Además, a pesar de altos niveles de educación, las mujeres continúan concentradas en el sector terciario, es decir, servicios comunales, sociales y personales, de atención a terceros, niños o adultos mayores. Son 63.8% de ese sector y casi la mitad del comercio, con el 48,3%.
A través de la clausula de género en la negociación colectiva incorporada por la CUT en el proyecto de ley de reforma de las relaciones laborales, creemos que se avanza en mayor equidad de género, en terminar con prejuicios sobre las capacidades femeninas de conducción, se presiona hacia el debate de la corresponsabilidad en la crianza de hijas e hijos y a enfrentar la realidad de la doble jornada de la mujer, que luego de trabajar remuneradamente aún es considerada responsable principal del trabajo no remunerado de la casa.
El mundo y Chile incluido, están en un debate sobre nuevos paradigmas de desarrollo económico, social y cultural, y desde la CUT creemos que cualquier desarrollo pleno que busque cualquier país, sector político o líder si quiere hacerlo con responsabilidad, tiene que considerar un rol fundamental de la mujer.
Si se deja de discriminar el potencial que representa la mujer como trabajadora y como dirigente sindical, aportando cualitativamente a los procesos de negociación iniciaremos un camino sin retorno, donde las mujeres sean consideradas sujetos de derecho, opinión y de construcción de un nuevo liderazgo.